Más de 1.700 cocidos al mes con garbanzo ecológico de Ávila calientan los fríos meses de invierno en el barrio de Salamanca
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- Una legumbre muy saludable en un barrio señorial.
- Más de 2.250 kg al año de garbanzo de La Moraña.
- El cocido en cuatro vuelcos se queda en Velázquez.
El cocido madrileño con garbanzo ecológico calienta los fríos meses de invierno en la capital.
Durante noviembre y diciembre, La Clave ha servido 3.458 cocidos, con una media superior a 400
por semana. Cultivada sin aditivos ni conservantes en la comarca abulense de La Moraña, esta
legumbre de alto valor nutricional triunfa así en el corazón del señorial Barrio de Salamanca. Rico
en fibra, proteínas, hidratos de carbono, minerales y vitaminas, el protagonista de la cuchara
invernal también regula la tensión arterial, favorece la digestión y previene la obesidad.
Del huerto de La Moraña, a la calle Velázquez. Más de 2.250 kilos anuales de la variedad de
garbanzo ‘castellano’ emplea La Clave para su cocido, cultivados de manera sostenible en esta
soleada comarca cercana a Arévalo, que ostenta el triple sello de calidad de Industrias Agrarias,
Ministerio de Sanidad y Ávila Auténtica. Del total, 1.750 kilos se consumen entre octubre y abril.
De calibre 26 (mediano), “su piel fina no se despega y aguanta hasta el final de la cocción”, explica
el jefe de cocina Pepe Filloa. “Al ser poroso, acoge bien el sabor de los caldos del cocido”, añade
sobre este garbanzo de pico curvo, “jugoso y de brillo mantecoso”. Comienza a sembrarse a
primeros de abril y se cosecha a mediados de agosto.
¡Nos vamos de ruta!
El lunes 10 de febrero se celebra el Día Internacional de las Legumbres. La Organización Mundial
de la Salud recomienda su consumo para mantener los niveles de fibra en una dieta saludable.
Así, el garbanzo volverá a ser la estrella de la Ruta del Cocido Madrileño, que celebra su décimo
aniversario del 14 de febrero al 31 de marzo. La Clave participa por tercer año consecutivo con su
cocido en cuatro vuelcos, recién ratificado con la Mejor Nota Media del Club de Amigos del Cocido
en sus 30 años de historia.
Sólo en Velázquez
En diciembre el restaurante de la calle Velázquez ha llegado a facturar 104 cocidos en un día, el
máximo desde su apertura en mayo de 2017. El auténtico cocido en cuatro vuelcos de La Clave
sólo se degusta en Velázquez, ya que la familia Gutiérrez, propietaria de La Clave, se ha
desligado del proyecto emprendido en Tres Cantos en mayo de 2019. Su cocido se sirve todo el
año de lunes a domingo, por 28 € (sin pan, bebida ni postre).
Muchos de sus comensales lo riegan con champagne. La Clave es el único restaurante de España
que ofrece en carta la armonía entre la aristocrática bebida francesa del XVIII y un guiso arraigado
al pueblo de Madrid, originario de la ‘olla podrida’ medieval.
A remojo desde 14 horas antes, el garbanzo se cuece tres horas y media en libertad, acompañado
de chorizo, morcilla y hueso de jamón. Con 40 años de experiencia en cocina tradicional, Pepe
Filloa prefiere el garbanzo de La Moraña frente a otras variedades castellanas también típicas de
los guisos de cuchara, como el más grueso de La Bañeza (León), el mediano de la denominación
de origen protegida Fuentesauco (Zamora) y el pequeño pedrosillano (Salamanca).
El agua acompaña al garbanzo de La Clave desde la tierra donde nace y las lluvias de su
crecimiento hasta la perola de la cocción. “Sin las aguas de la sierra de Madrid para cocerlo, el
cocido madrileño nunca sería el mismo”, apunta Pepe Filloa.
Aunque el Ministerio de Agricultura reconoce cinco especies en España (castellano, blanco
lechoso, venoso andaluz, chamad y pedrosillano), por el mundo se reparten más de 40, de Oriente
Medio a Turquía, Israel y Asia Central.
Tercer vuelco del cocido tras la sopa y la croqueta de pringá, los garbanzos de La Clave se
aligeran con zanahoria y repollo, rehogado en aceite, ajo, vinagre y pimentón de La Vera. Se
acompañan de cachelo de Lugo, patata cocida más pequeña, de textura suave pero muy sabrosa.
Las viandas
Siete carnes componen las viandas del cuarto vuelco, selectas desde su origen. El tierno morcillo
es de añojo (becerro de poco más de un año) criado en los prados lucenses o de res del matadero
de Pravia. La gallina de corral de Alicante aporta sabor al caldo, junto al hueso de caña con
tuétano de ternera asturiana y la punta de jamón o codillo de la pata.
El tocino de bellota 100% ibérico proviene de piaras de las dehesas de Huelva y Badajoz
(Fregenal de la Sierra). Completan el repertorio el chorizo y la morcilla de Navelgas (Asturias), de
calidad extra y sin ahumar.
Segundo vuelco, la sopa se elabora con fideos finos cocidos no más de un minuto. Desgrasada y
bien caliente, se sirve con cebolleta, guindilla de Navarra y piparra vasca. Para abrir boca, una
tradición serrana: la croqueta de pringá, elaborada con el tocino, el chorizo y la morcilla sobrantes
del cocido. La Clave recibe la visita de comensales llegados desde otras provincias españolas y
países tan lejanos como China, Líbano, EE.UU, México, Venezuela y Guatemala.
“El cocido con champagne marca tendencia en el barrio de Salamanca”, señala Tomás Gutiérrez,
propietario de La Clave y Presidente de la Asociación Hostelería Madrid. Por 49€ por persona se
sirve para dos con una botella de . de Taittinger Brut Réserve. Individualmente, con botella de
37’5 cl. Incluye pan y postre.
La princesa del garbanzo
La Clave luce como principal joya de la corona del propietario Tomás Gutiérrez, pionero de la
renovación de la hostelería madrileña, que hace ya dos años delegó la dirección a su joven y
emprendedora hija Ainhoa, toda una princesa del garbanzo, al timón del restaurante. “Devolvemos
a la cocina tradicional el prestigio que se merece”, concluye el reputado empresario.
Tras una segunda degustación, El Club de Amigos del Cocido ratifica el cocido madrileño de La
Clave con la nota media más alta de España, 8’55 sobre 10. 8’51 en el apartado ‘Calidad del
preparado’, 8’52 en ‘Marco, instalaciones y servicio’ y 8’63 en ‘Relación calidad / precio’. Hasta la
fecha el Club de Amigos del Cocido ha visitado más de 260 restaurantes en 30 años.